¿SOMOS MÚSICA O (son) CACA?

Disquisiciones escatológico-filosóficas frente a la pandemia pachanguera*. Cómo enseñar al vulgo – sino a obrar virtuosamente – un ápice de decoro estético y moral.

No todo crimen es vulgar, pero toda vulgaridad es un crimen.
O. Wilde

El Universo suena. Las vibraciones que emanan del infinito – y confirmadas por espiritualistas, científicos y astronautas – lo confirman. Los cánticos, oraciones, mantras, de las diversas religiones, a través de la historia de la humanidad, se inspiran también en ese eterno y sutil sonido.

Los filósofos, en el siglo VI a. C., como Pitágoras, hablaban de la música de las esferas;  de una música celestial; ¿comprendían la notación en los  cielos?; ¿pensaban que la música de nuestros genes estaba reflejada también en la música del Universo?. Los griegos nos enseñaron, asimismo, que la base del concepto personalidad se deriva de personare; es decir,  a través del sonido o a través del tono. 

Platón, nos enseñó por su parte que la música era la mayor de las artes y la ubicaba en una escala o pentagrama musical, conjuntamente con otras virtudes superiores del ser humano: la Justicia, la Verdad, la Sabiduría, etc. Aristóteles afirmó que la música debía servir para la educación y para procurar el alivio del alma. Esta reflexión abarcaba obviamente a las diversas manifestaciones del Arte, y su deber era abrir el paso a las diversas formas superiores de revelación de la Verdad Absoluta.

 Posteriormente, Beethoven la calificó como una revelación más alta que la Filosofía; y  Nietzsche, como exaltación del sentimiento de la vida; como una excitación floreciente que rebasa el mundo de las imágenes y los deseos. 

Euritmia vs. Cacofonía (y cacosmia).

Ya en la época contemporánea, se investigó que la música y el ADN podían estar conectados. El doctor Susumu Ohno, científico estadounidense de raíces orientales, en un alarde de imaginación, asignó notas musicales a cada sustancia del ADN: do para la citosina, re y mi para la adenina, fa y sol para la guanina, y la y para la timina. Después, eligió una clave y un compás determinados. El resultado fue que, tras ser ejecutada por un grupo de músicos profesionales, se obtuvo una composición melódica sorprendente. En los últimos años, ha anotado más de quince canciones del ADN de diversos organismos vivientes, y, cuanto más evolucionado es el organismo, más complicada es su música.

Personas que poseen una cultura musical han confundido esas composiciones con música de Bach, Chopin, Brahms, y otros; llegando incluso a conmoverse hasta las lágrimas. El reconocimiento de la música, latente en el ADN nos sugiere, por lo tanto, una nueva manera de ver la evolución. Una visión que nos demuestra que hasta el más simple elemento inorgánico como el agua se embellece y perfecciona cuando  se le irradia música  o palabras bellas.

Con el paso del tiempo, un científico japonés sorprendió al mundo, hace unos años atrás, al estudiar la influencia externa y dañina en la calidad del agua. A través del método de resonancia magnética, Emoto fotografió los hermosos cristales de agua, expuesta a vibraciones, voz y música. ¿Resultado?, el agua es sensible a los mensajes de voz, sentimientos y a la música. Si queremos purificar nuestro ser y su propio entorno, debemos purificar, entonces, cada mensaje y cada factor externo que recibimos diariamente. En consecuencia, si sabemos que nuestro cuerpo tiene más del 60%  de agua en su estructura y composición, mayor fundamento para considerar sus investigaciones como sorprendentes a la ciencia y a la humanidad en general (1).

Sin embargo, mientras ciertos seres contribuyen a descubrir cómo embellecer la naturaleza, el arte y la música, así como la vida misma; otros tienen como ocupación ensuciarlas. Desde el siglo XVII, el enmierdamiento callejero y la pestilencia eran normales en España y Alemania. Lo curioso era que el pueblo se disgustaba y protestaba con entusiasmo y ahínco cuando limpiaban las calles (!).

La cacosmia; del griego kakós, malo, y osmé, olor; es la perversión del sentido del olfato. Mientras que a algunos –como Brian Eno – los olores suelen ser inspiración para la creación de su obra musical; a un enfermo de cacosmia, cacósmico, le resulta fragante lo pestilente y hasta delicioso lo excrementicio. A esta característica de animal embasurante o basuralicio que adolece el ser humano, a tal punto de complacerse con frenesí e irresistiblemente a la cochinada (2); puede advertirse, actualmente, otras manifestaciones suyas en la zoociedad y naturaleza actuales. 

Una pandemia que envilece y maldice la esencia de la música.

No sólo las calles o la Tv nos ensucian e intoxican sino también la cumbia o chicha que nos irradian a través de la mayoría de los medios de comunicación. Para los difusores de ese subgénero, enmierdarse es su vocación. La escuchamos en combis, taxis, matricidios, eventos públicos y privados, polladas, quinces, fiestas infantiles, publicidad, y – en claro insulto a la inteligencia – forman parte de geniogramas (crucigramas). Debido a su repetición constante, cual fórmula pavloviana, los sectores A, B, C, D y E, se encuentran hipnotizados desde hace lustros. 

Como Pavlov, que afirmaba que el aprendizaje era un proceso de construir reflejos condicionados al sustituir un estímulo por otro, los promotores y publicistas chicheros también hipnotizan y hacen babear a la masa inocente.( Miente, miente, miente; total algo queda. ¿Recuerdan las maquiavélicas propagandas hitlerianas y tiranas del pasado?). 

De bien adentro, estos nuevos talentos de la periferia y de un país no lotizado aún, da qué hacer. Así, dejan su impronta en el escenario y arremeten cual aluvión, grupos como: Internacional Fhanders, Internacional Imperio, Internacional Misterio de Amor,(¿para ser globales deben llamarse “internacionales”?), Grupo Alaska, Víctor Hugo y su grupo Enlace, Los Puntos del Amor (¿ignoran las zonas erógenas investigadas desde la década del 50?), etc. En fin, nombres que evidencian una acentuada alienación y complejos que excluyen hasta su propio altiplano.

Por un lado se encuentran los Kaliente, Caña Brava, Grupo 5, Armonía 10, (con más de 20 integrantes que, como músicos, tienen la dentadura y el corte de pelo bien modernos); por otro, y en olor a multitud, están la Tigresa del Oriente, las Alma Bella (¿espiritualistas o esotéricas?) e Hijas de su Madre; que – como las vedettes – tienen un lubricante abundamiento tetal y nalgatorio); asimismo, el Chino Julca, Naranja Mix, Mateo Palomar, Tony Rosado, Zózimo Sacramento, Walter Chipanga “Porongo”, Jonh (¿Yon?) Kelvin y la Calle 2, entre otros. A los Hnos Yaipén y Rivera, nos amenazan los Nesemio Chuquimango Viches y los Hnos. Urioles, Choquehuancas e Ipanaqués; y sus fusiones con el huayno (sí, esa antropomorfización de la cúpula animal del gallo con la gallina) con otros rebuznos folklóricos remotos.

Pretender homogenizar los gustos pachangueros de un gran  sector de la población por medio del leviatán mediático, es una canallesca intención que tan sólo obedece a un mezquino y fascistoide pensamiento. Creer que la cumbia y la chicha nos “identifica como peruanos”, en un país donde la brillantez e inteligencia se resisten, día a día, a reducirse a un febril acatamiento e imposición de una subcultura huachafa (3), es tan racista y vejatorio como considerar a todos dentro de un mismo basurero: No existe mayor desigualdad que considerar a todos iguales.

Si bien es cierto que todos formamos parte de un todo que llamamos humanidad, también es cierto que los pachangueros son responsables de la fealdad, embrutecimiento y suciedad de la música y la esencia de la vida y la naturaleza. Mientras unos escudriñan su desarrollo personal hacia niveles superlativos de virtud y decencia, otros en envilecen con temas como: “eres infiel, mujer infiel”; “es mi venganza y feliz seré, al verte sufrir y llorar”; o “humíllate”, “lárgate!, has de tu vida lo que quieras; perro amor, fuera, fuera, fuera!”; “qué tontos somos tú y yo, estando con otros y amándonos”; “Ojalá que te mueras”, etc. Los “Bigotones soperos”, “Canalla”, “Embrujos” y “Pecadoras”, “sabor, sabor,…rrrrrico”, y todo un huayco de venganzas, desprecios, maledicencia, denigración, adulterios, humillación, concupiscencia y abyección por doquier, son sensibles para faites, marcas y pirañas de los cerros que nos circundan. 

Sorprende cómo esta variopinta gama de temas bailados especialmente  por abenzios, mamanchuras y pizangos, creyentes de ser “los originales de la inspiración” o la “combinación perfecta” (sic), viene acompañada de ritmos festivos y bailables (!) que banalizan nuestro último refugio terrestre  y desquician a más de un inmortal que se resiste a ser cacósmico por aprendizaje.

Si a este fenómeno le agregamos el de los llamados “rockeros del Cromagnon” que siguen adheridos como pejesapos a bandas más antiguas que la Procesión del Señor de los Milagros, y malgastan el poco oxígeno de nuestro planeta (¿qué; aun no te das cuenta?); pues tenemos abundante párvulo para que la pandemia se reproduzca día a día, sin parar: No es lo mismo crecer con Latinoamerican Idol, Batallas Pepsi Cola, Moll Indie Festivals o Bailando por un Sueño. (aghhhhhhh…), que con la movida subterránea y seguir la verdadera evolución del rock.

Aquéllos sobreviven como los hijos de las dictaduras, tan amnésicos  que se adhieren con facilidad a cada bodrio pachanguero, que igualmente se mimetiza con covers ochenteros – cantados hasta el hartazgo en nuestra ciudad – y creen que la novedad o huachafa “experimentación” garantiza por ello la calidad de un tema. Desconocen que una obra musical, sin capacidad creadora, puede ser llamativa o – si se quiere – “moderna”, pero jamás bella o vanguardista: cumplir con los parámetros doctrinales o artísticos convencionales, en su época, no aseguraba ser un Mozart o un Dalí.

Ignoran, todavía, el rumbo que ha tomado la evolución del rock y sus multiformes y sonoras ramificaciones. Creen que el status de ser un grupo vanguardista, se obtiene por ser “el grupo más vendido”, por sacar  una edición de lujo, o por la prostituta repetición en ciertos mass media, festivales y conciertos. La situación de estancamiento creativo en el escenario rockero es tal, que siguen sobreviviendo únicamente bandas que profesan un estilo cavernícola o como patéticos “ecos” de un movimiento new wave, que devienen en grupos más aburridos que kermés del Acharán o de la G.U.E. y caen en el círculo vicioso de la degradación estética, y – por ende – moral.

Por citar un ejemplo, desde la década de los 90s diversos  críticos en revistas especializadas, especialmente de la escena británica declararon la muerte del rock (4), que ya había sufrido la senilidad  del new wave; haber sido un  “alma en pena” como el heavy metal (porsiaca el número de la bestia ya fue – también – hace años), y la prostitución  como los actuales hip hop, reggaeton y demás pachangueros. Por eso, a los actuales “promotores del rock moderno”, debería recomendárseles un digno suicidio. Rápido y sin dolor, así como el fugaz grunge (5).

Bandas verdaderas, de vanguardia, no requieren cetros, tronos ni lenguas emtivianas (sí  los fashions del MTV), sino del sincero reconocimiento por su rica creatividad y flamígera trascendencia de su paso por esta vida. El actual reino de lo efímero y de satisfacciones cortoplacistas, debido al ogro publicitario, embrutecen a toda una generación de anémicos de mollera e hijos de la corrupción y la farándula. 

Los Adammo (6), Libido, Pepe Alva o Jonas Brothers – que amenazan nuevamente con presentarse en la capital – no merecen ser oídos sino vistos al paso o por casualidad: como los productos light o edulcorantes, o como los chicles frambuesa, hay que escupirlos ni bien se acaba el azúcar. 

Un verdadero grupo de rock debe evocarnos un dato histórico, un poema, los pasajes de un libro, las imágenes y colores de un cuadro, la búsqueda de nuevos sonidos, los paisajes naturales; o, también, escudriñar el alma de tanto mortal en medio del consumismo y neurosis modernos. En fin, un artista musical de vanguardia debe fusionar la creatividad y radicalidad en una sesión lírica y sonora de éxtasis puro. 

Pero, ¿cuáles son los factores que contribuyen a la entronización de esta pandemia pachanguera?. Tenemos, entre otros, a:

a) Los mass media: diarios, programas de Tv, radios; víctimas de la choledad, el achoramiento (7) y la cacosmia.
b) Conciertos con “rockeros modernos”: Adammo, Libido (sí, los cuasi Radiohead lorchos), Pepe Alva, Pedro Suárez Vértiz , etc.
c) Promotores (8), Djs., conductores de programas de rock de radio y TV (estancados en los 70, 80, ó 90s), que siguen considerando temas musicales como “primicias” o “novedades”(o “viejitos pero buenos”).
d) Ignaros de la evolución del rock, las bandas de vanguardia, y de nociones mínimas de rock, cultura (crítica especializada) Arte y Estética.
e) Todas las anteriores.

Definitivamente, deberían inclinarse por la última opción. Porque un verdadero artista se interroga – además –  por las amenazas contra la belleza de la naturaleza y de la artificialeza, respectivamente. Sabe que la población sigue en un círculo vicioso de desenfreno por la contaminación sonora y otros estímulos de afuera.(9)

Su capacidad de indignación frente a la vulgaridad y bestialidad que atentan contra la música, la poesía y el Arte en general, los distingue de los demás mortales. Su enseñanza moral estriba en desafiar permanentemente al rebaño de pervertidos estéticos y vacuos de belleza.

Pero, ¿qué hacer frente a la toxicidad de esta pandemia que debilita la esencia de la música (incluido el rock de vanguardia)?; ¿qué hacer frente a un ejército de finitos, incapaces de discernir entre la Verdad y las apariencias?. Acaso, ¿suicidarse como los delfines? o ¿emigrar, de una vez, a los polos y escuchar los sonidos del universo mientras se contamina la ciudad con la Terecumbia?.

El Universo sigue y seguirá sonando desde el infinito. Nuestro potencial creativo latente – aun sin descubrir por la mayoría de cacósmicos – sigue atrofiándose y enmierdándose; mientras nuestro ADN, el agua y otras manifestaciones de la Creación se emocionan por la belleza de una palabra o sonido. Y, entonces, tú, ¿eres música o…?

* Para fines del presente artículo – y con el riesgo de ser principal sospechoso de los crímenes del ogro farandulero y chichero – , el término pachanguero denota a la cumbia y la chicha juntas.


(1) El agua recibe toda la información, y agentes, del exterior. Los lagos y mares, también son sensibles y sufren frente a la intoxicación externa del hombre: ¿Han visto las noticias de peces, ballenas y delfines “varados por el mar” o por “extraños suicidios colectivos”?
(2) Según Denegri, Marco Aurelio, “la cacosmia llegó al Perú hace quince años. Y llegó para quedarse”.
Desde que la dictadura y famosa “liberalización” del Chino” (llámese apertura/venta de empresas y recursos naturales al sector privado), surgió – excepto casos rescatables – un huayco de oportunistas en transporte, micro y pequeña empresa, educación e incluso en el ambiente musical, que ensucian hasta hoy nuestra aldea. Así, aparecieron “empresarios emergentes”, “representantes de la música peruana”, y otros cacósmicos e injertos que no merecen mayor análisis.
(3) El clásico enfoque cuantitativo de la cultura sólo considera a ésta como un conjunto de creencias, conocimientos, costumbres, etc, excluyendo el enfoque cualitativo que permite, además, enriquecer la condición de vida del hombre y su entorno, permitiéndole autorealizarse como ser humano y perfeccionar sus potencialidades, virtudes, valores, cualidades e inspiraciones más íntimas de su ser.
(4) Véase El rock ya murió, del autor del presente artículo.
(5) Ni qué hablar de los “emolientes”, variante sentimentaloide y caricaturesca de la mítica explosión punk, se sienten orgullosos de su estilo; cual maestro culinario, orgulloso de su cocina pero ignorante de la agonía de las verdaderas materias primas.
(6) Adammo, los Jonas Brothers peruanos (sic), es un grupo vanguardista y atrevido y vuelven locas a las chicas peruanas y de todo el mundo. ( Saauuuuhhhh! ). La Industria, pág.B6, 30/8/2009. Trujillo-Perú.
(7) En términos sociológicos y antropológicos, según investigaciones y evidencias científicas.
(8) Promotores que conocen la inmundicia de esta pandemia pero se resisten, cual líder chotano, a evacuar su mente: conocen el precio de todo, pero el valor de nada.
(9) Ver Bateson, Gregory en Angels fear y su enfoque integral (epistemológico y sagrado) sobre la actual toxicidad del sistema humano y de su entorno social.

Heroeazul
Setiembre del 2009
Derechos reservados.

INFO PARTICULAR (Libros, revistas, zines y periókidos)
ARISTÓTELES, Política.
BAILÓN, Jaime y NICOLI, Alberto. Chicha Powers.
BATESON, Gregory. Angels fear.
DENEGRI, Marco Aurelio. La Cacosmia.
DOSSEY, Larry. La melodía del cuerpo.
EMOTO, Masuro. Mensajes del Agua.
ENO, Brian. La música y los olores.
HEGEL, Lecciones sobre la Estética.
NIETZSCHE, La Voluntad de dominio.
PEÑALOZA, Walter. El reto de la formación universitaria al inicio del nuevo milenio.
PLATÓN, La República.
TRAHTEMBERG, León. Estudiar Arte mejora el rendimiento en Matemáticas.
UNO MISMO. Editorial charra.
La Industria, La República, El Mundo; El Popular y otros medios pacharacos de información.

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